Mae Whitman y Carlos Valdés participan en esta producción, que llega a la plataforma de Star+ esta serie de ocho episodios que sigue a Lindsay y Miguel, dos jóvenes que se conocen en Nueva York y que tienen algo en común, son capaces de escuchar voces que siempre juzgan los actos que acometen.
Desde Las Alturas es el tipo de serie que uno quiere que le guste, es una comedia romántica, un musical, una historia algo retro y clásica de esas que no hay muchas últimamente, de hecho uno la empieza viendo con una sonrisa, con cierto entusiasmo, con ganas de engancharse con la propuesta, pero pronto no hay demasiada tela para cortar aquí.
Mae Whitman interpreta a Lindsay, una chica que está a punto de casarse con su novio de toda la vida en su pequeña ciudad pero que, a último momento, decide cancelar todo e irse a probar suerte en Nueva York, donde quiere cumplir su sueño de ser escritora.
Las voces en cuestión son las de sus padres y una amiga de la adolescencia, que le rogarán que se quede, que no intente romper los estereotipos y roles tradicionales, pero de todos modos Lindsay se irá, se instalará en un pequeño cuarto en Manhattan y conseguirá trabajo en una librería.
En un bar conocerá a Miguel (Carlos Valdés), un joven analista latino de un banco de inversión, con el que se relacionará en una noche encantadora hasta que las cosas se complican por cuestiones que ya verán y que abochornarán al buen chico.
Al igual que Lindsay, Miguel también tiene un trío de personas a su madre, una ex y un hombre cuya identidad se develará luego que le hablan y con los que se comunica muchas veces cantando, solo que la gran diferencia aquí es que estos tratan, cada uno por distintos motivos, que el hombre no se enganche con la chica.
Eso llevará, por más tiempo del que es necesario, a que la relación entre Lindsay y Miguel sea una de constantes idas y vueltas, arranques y rupturas, muchas veces empujadas por esas voces. Es que los dos protagonistas, cada uno por su lado, valora su desarrollo personal y profesional por lo que suponen que una relación estable puede impedirles avanzar en sus carreras.
Es un tipo de trama clásica y hasta repetida, pero el problema no es ése sino que, a lo largo de una serie que se extiende por más de cuatro horas, los inconvenientes empiezan a transformarse en repetitivos, obvios, caprichosos, puestos solo para estirar y estirar lo que es inevitable.
La serie tuvo la dirección de Thomas Kail, con un guion de Steven Levenson y Danielle Sanchez-Witzel, además de los compositores Kristen Anderson-López y Robert López.