Ambientada a lo largo de varias décadas tras la Segunda Guerra Mundial, es una película solemne, seria y visualmente opulenta que pone en juego muchas ideas, empezando por la tensión entre el arte y el comercio.

En gran medida se enfoca en un hombre en un lugar, pero sus intereses son más amplios y tocan todos los temas, desde la utopía hasta la barbarie, el deseo, la muerte, la forma, el contenido, la inmigración, la asimilación y la promesa y los peligros de la modernidad.

La película se construye sobre una serie de vívidas contradicciones, incluidas las que encarna su protagonista, László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto judío-húngaro y superviviente del Holocausto, László llega a la isla Ellis como refugiado y al poco tiempo viaja a Filadelfia, donde encuentra un complicado refugio entre los fantasmas del pasado colonial de Estados Unidos.

Allí, experimenta la febril exuberancia del Estados Unidos de posguerra, pero también muchas aplastantes derrotas, solo y desesperanzado, se convierte en un vagabundo y un adicto, pero también es ambicioso y alcanza un éxito colosal.

Dirigida por Brady Corbet, El Brutalista es un drama de época con las ambiciones de un ajuste de cuentas histórico, para László, quien llega desamparado a Estados Unidos, la historia es un páramo.

Dada la destrucción nazi del mundo judío de Europa, es difícil imaginar a dónde más podría ir, en Estados Unidos tiene familia y tras llegar a Filadelfia, se reúne con su primo, Attila (Alessandro Nivola), quien vive con su guapa esposa católica, Audrey (Emma Laird), y maneja una mueblería que lleva su nuevo nombre: Miller & Sons.

Poco después de la llegada de László, Atila lo aloja en una pequeña habitación junto a la sala de exhibición, como si fuera un empleado, comienza a diseñar muebles nuevos para que sustituyan a las pesadas piezas estilo neocolonial de Miller & Sons.

Su primera propuesta, una silla cantilever con armazón de metal tubular, parece algo que habría concebido el diseñador y arquitecto de origen húngaro Marcel Breuer.

Al parecer, Breuer dijo que se inspiró en una bicicleta para hacer su primera silla de este tipo, una asociación que Audrey retoma cuando dice que la silla de László parece un triciclo, por lo que se muestra escéptica ante László y sus creaciones; quizá incluso desconfiada.

Cabe destacar que El Brutalista dura tres horas y 20 minutos, además de una pausa de 15 minutos que transcurre con un conteo en pantalla, la película nunca es cansada.

La cinta deja en claro la historia de László desde el momento en que llega a Estados Unidos y como un viaje lo lleva del viejo mundo al nuevo, del fascismo al capitalismo, de los horrores del Holocausto al abrazo sonriente y totalizador del siglo estadounidense y todo lo que implica esta gran historia.

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