Uno de los estrenos que llama la atención en la pantalla es The Substance, segundo largometraje de Coralie Fargeat, que ya ha recibido el sobrenombre de horror corporal, debido a sus imágenes viscerales y mutaciones del cuerpo.

La cinta es protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley, quienes tienen mucho en común durante el trayecto de la historia, donde si bien la película pretende ser una sátira sobre la imagen corporal y la misoginia de Hollywood, también trata, en esencia, sobre tomarse los medicamentos de forma incorrecta.

No hablamos de niveles de maldad que se pueden alcanzar si se bebe con antibióticos, estamos frente a un horror corporal en toda regla, y parte de este mal uso se debe a la complicada regla de que tanto el consumidor mayor de la sustancia, como el más joven solo pueden estar fuera de casa durante siete días seguidos antes de irse a dormir para que sus líquidos puedan recalibrarse.

En la trama se conocerá a Elisabeth Sparkles (Demi Moore) acaba de cumplir 50 años cuando el productor (Dennis Quaid) de un programa de aeróbic televisado la despide de su trabajo como presentadora.

Elisabeth, como tantas otras estrellas que envejecen antes que ella, se ve obligada a pasar a la oscuridad por una industria superficial que se niega a mirar más allá de su cuerpo envejecido.

Pero para los ricos y famosos siempre hay otra opción, a Elisabeth le ofrecen una nueva pieza de biotecnología, que le permite vivir su juventud una vez más.

O al menos dividirse en dos y compartir su vida con una modelo más joven que pueda vivir la vida que se le niega a ella, y así comienza The Substance, y después de que Elisabeth se inyecta el líquido verde neón, se convulsiona en el suelo del baño, de su columna vertebral que se parte en dos emerge su yo más joven, Sue (Margaret Qualley).

Mojada por los fluidos corporales, se para frente al espejo y se maravilla con su piel flexible, su trasero alegre, sus labios carnosos, y donde las tomas prolongadas de Sue, donde su cuerpo es observado con lujuria por la cámara. En una escena, Sue usa un ajustado catsuit de cuero y las curvas de Margaret Qualley se inflan, mientras que Elisabeth, a pesar de la obvia belleza de Demi Moore, solo recibe ángulos fríos y duros.

Puede que The Substance sea una pieza de terror grotesca, pero no todas las sangrientas incorporaciones al género entran en la categoría de horror corporal.

Cuando, inevitablemente, Sue abusa de la sustancia, las repercusiones son visibles en el cuerpo de Elisabeth, su dedo se abulta y se arruga más allá de sus años.

Asqueada por el apéndice parecido a una vieja bruja, se frota desesperadamente el dedo con la esperanza de devolverle a su mano su antigua gloria.

El horror corporal es mucho más que una mera manipulación sangrienta diseñada para provocar repugnancia; de hecho, contiene una curiosidad sobre el cuerpo que difiere de la curiosidad habitual del horror.

A pesar de los intentos de crítica a la discriminación por edad, el tratamiento abyecto que Fargeat da al cuerpo y su dependencia de los clichés de la explotación de mujeres, junto con la falta de interioridad en Elisabeth o Sue, dan como resultado una representación vacía de la condición femenina.

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