La expansión del Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta no es únicamente un logro de conectividad aérea; es un reflejo del posicionamiento de la región como uno de los destinos más codiciados del Pacífico mexicano. Las nuevas rutas hacia Canadá y Estados Unidos, anunciadas por Porter Airlines y Southwest Airlines, consolidan un puente estratégico con los dos principales mercados emisores de turistas hacia México.
El impacto de esta ampliación trasciende las estadísticas. Que Vallarta cuente con 54 destinos nacionales e internacionales en temporada alta significa que la ciudad y su zona metropolitana se convierten en un nodo logístico de gran relevancia para la industria turística. No es casual que el aeropuerto sea ya el segundo del país en recepción de pasajeros canadienses y uno de los más importantes para visitantes estadounidenses: su conectividad va de la mano con el crecimiento de su oferta turística, hotelera y cultural.

El caso de Vallarta confirma una tendencia innegable: el turismo internacional busca experiencias auténticas, accesibles y con infraestructura de primer nivel. Su ubicación privilegiada, cercana tanto al centro de la ciudad como a enclaves como Punta Mita y Sayulita, refuerza esa competitividad frente a otros destinos nacionales.
Sin embargo, la consolidación del aeropuerto plantea también un desafío: equilibrar el crecimiento con la sostenibilidad. Atraer más de 6.8 millones de pasajeros en un año requiere no solo eficiencia operativa, sino también planeación urbana, protección ambiental y una visión turística que priorice la calidad sobre la saturación.

Puerto Vallarta está en una encrucijada: puede convertirse en el gran eje turístico del Pacífico mexicano, pero su éxito dependerá de cómo logre administrar este auge.
La conectividad es apenas la primera parte del viaje; la verdadera tarea será garantizar que el crecimiento beneficie tanto a los visitantes como a la comunidad local.
