Con la participación de Robert Pattinson y Naomi Ackie, llega a cartelera la cinta adaptada de la novela homónima de Edward Ashton, Mickey 17 cuenta la futurista historia (2050) de Mickey Barnes, un Prescindible, que en esta narrativa, sería un individuo en cuyo cuerpo se le testean distintas situaciones y enfermedades, para ver cómo la raza humana puede reaccionar ante la inminente colonización del planeta Niflheim.

Para esto, muere y es clonado una y otra vez sin mucho interés por parte de sus colegas, patrones y científicos a cargo, el problema es cuando la decimoséptima versión de Mickey sobrevive sorpresivamente y se encuentra con la decimoctava versión de su existencia.

Morir es el trabajo de Mickey, pero aunque regresa a la vida como si nada, no parece que sea un proceso agradable, pero lo que es cierto es que se convierte en un trabajo común.

Al principio los doctores esperaban impacientes y con curiosidad afuera del tubo donde salía el nuevo Mickey impreso, ahora ponen tanta atención como en mis tiempos se ponía atención a la llegada de un Fax.

Todo avanza con normalidad hasta que en una misión de exploración, Mickey cae a un barranco y los extraños animales de Nifheim lo acorralan y una Muerte segura.

Pero por azares del destino Mickey logra regresar vivo a la nave, para encontrarse con que ya imprimieron una copia de él, Mickey (Robert Pattinson) junto con su mejor amigo Timo (Steven Yeun) deciden poner un local de venta de macaron, para ello Timo pide prestado a un violento mafioso local.

Cuando el restaurante previsiblemente fracasa y los mafiosos van a cobrar el préstamo, Timo y Mickey deciden que la única opción es huir fuera del planeta tierra.

Y es que en esos años ya es cosa de todos los días viajar por el espacio, donde el connotado político Kenneth Marshall (Mark Ruffalo) está organizando una expedición a un planeta con probabilidades de ser colonizado: Niflheim, un planeta congelado y en apariencia deshabitado.

Mickey es el encargado de llevar la precariedad laboral, con ese personaje, que ha aceptado un trabajo que le exige morirse y reimprimirse todas las veces que haga falta para llevar a buen término la colonización.

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