Sin duda que la saga de Guardianes de la Galaxia ha reunido a millones de fanáticos y todos están muy emocionados por su tercera película en donde es hora de prepararse para una nueva aventura y esta marcaría la presentación de uno de los personajes más fuertes de Marvel, pero al mismo tiempo, también marca el final de ciertos personajes.
La película comienza con un flashback de Rocket, 89P13, entre un grupo lleno de mapaches enjaulados, High Evolutionary lo elige, de pronto se ve a Quill siendo un alcohólico después de la muerte de Gamora, el resto de los Guardianes están preocupados por él.
Poniendo al mapache Rocket en el centro del escenario, el director James Gunn no se arriesga con esta hábil, traviesa y supuestamente última tercera entrega de la serie Marvel.
Para lograr esto, Gunn toma la ruta a prueba de fallas y conmovedora de poner animales adorables en peligro, explorando la traumática historia de fondo del mapache Rocket y abordando algunos temas inesperadamente oscuros, como el desarrollo y la investigación, en el proceso.
De esta manera Rocket (Bradley Cooper) como un pequeño e increíblemente lindo cachorro, cayó en manos del Alto Evolucionador (Chukwudi Iwuji), un científico loco con complejo de Dios que cree que una sociedad perfecta comienza en un macabro laboratorio de experimentación con animales.
Rocket escapó, pero al hacerlo se separó de su alma gemela, Lylla (Linda Cardellini), una nutria de corazón puro con prótesis de brazos de metal, ahora, el Alto Evolucionador quiere recuperar a su sujeto experimental más exitoso, y envía al hermoso y tonto Adam Warlock (Will Poulter) para recuperar al mapache.
De nueva cuenta las clásicas caídas y las vistosas y serpenteantes secuencias de acción de un solo plano abundan en la película la cual equilibra una historia ligeramente recargada con travesuras, humor y el más grande de los corazones.